Miedo

Estas son las definiciones que la RAE nos da para la palabra miedo:
Angustia por un riesgo o daño real o imaginario.
Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
Todo el mundo sabe lo que es el miedo porque todo el mundo ha sentido miedo alguna vez. Es natural hacerlo, sentir miedo, es una estrategia de defensa que nuestro cuerpo y mente ponen en acción cuando algo nos inquieta, nos sobresalta, nos asusta. Probablemente los primeros miedos que recordemos o que hayamos experimentado hayan tenido lugar en nuestra infancia. Esos son los miedos más comunes, los que "traemos de fábrica" por decirlo de algún modo (miedo a la oscuridad, a quedarnos solxs, a sentirnos abandonadxs…) son los llamados miedos innatos, que tienen que ver con la supervivencia por aquello de que, de niñxs, no somos autosuficientes y dependemos de otrxs para sobrevivir.
Según crecemos, ese instinto de supervivencia se adapta a la sociedad en la que vivimos y relaja el nivel de presión sobre el individuo: si nos quedamos solxs podemos llamar a alguien, si tenemos hambre nos preparamos comida…aprendizaje lógico. Hasta aquí, todo correcto. miedos que conocemos, que asimilamos sin problema y que, en circunstancias normales, no vuelven a aparecer. Estos no son los Miedos de los que habla este post.
Porque no son este tipo de miedos los que nos limitan, los que nos impiden relacionarnos libremente, los que nos traban la lengua cuando queremos decir algo pero no nos atrevemos, los que nos hacen tomarnos otra copa para tener el valor de acercarnos a esa persona que tanto nos gusta y decírselo…y mil más que seguro que se te están ocurriendo mientras me lees.
Estos sí son los Miedos que me interesan: los que generamos a través de experiencias vividas, de aprendizajes dolorosos, de situaciones que nos han superado, de retos que hemos sido incapaces de afrontar, de humillaciones que no queremos volver a repetir, de errores en los que no queremos volver a caer.
Estos Miedos, los segundos, los que aprendemos o nos enseñan, los que suelen depositarse en nuestro inconsciente cuando ya tenemos una edad, son los más difíciles de superar. Son los que padecemos sin ser totalmente conscientes de que lo hacemos, son los que manejan nuestros pensamientos, emociones, esperanzas, son los detonadores de nuestro pánico o nuestra ansiedad.
Al experimentar este tipo de Miedo, cedemos el control de nuestra mente y nuestro cuerpo: no dormimos o lo hacemos sin descansar, no comemos, no hacemos nada que no sea darle vueltas a ese Miedo o a lo que creemos que es su origen.
Miedo, terrible palabra. Miedo que limita, que destruye, que impide el crecimiento, que llena de angustia el corazón y de martirio la cabeza, que frena tus palabras y anuda tus sentimientos.
¿Qué sucede cuando ese Miedo toma el control? que el Kaos se hace dueño y señor de tus pensamientos, de tus emociones, que nada es lo que parece y todo parece siempre peor de lo que es, que lo malo es lo que esperas porque no mereces otra cosa, que lo bueno es un error que te va a durar muy poco, que no está destinado para ti. Vorágine que te arrastra, sumiéndote en la profundidad del miedo.
Ahora, démosle al Pause.
¿Qué puedes hacer cuando sientes que tu interior se desmorona en ese vórtice infinito que tú y tus miedos estáis alimentando de forma constante?
¿De dónde sale todo esto? ¿De dónde viene ese miedo?
Esas son preguntas importantes, ahí va otro par ¿dónde te lleva ese miedo? ¿para qué te sirve? estas es probable que ni te las hayas planteado.
El origen del miedo puede estar muy lejos o muy cerca: desde el bebé criado por sus familiares que echará de menos a unos progenitores ocupados creando una vida que poder ofrecer a sus hijxs, a la niña ignorada por su abuelo porque hubiera preferido un nieto, pasando por lxs adolescentes rechazadxs por la gente guay del insti por frikis, o lxs hijxs repudiados por su propia familia porque son homosexuales, hasta llegar a la jefa que va de borde para que sus subordinadxs no se le suban a la chepa cuando descubran que, en realidad, es un cacho de pan y que se siente sola en la cima....al menos hay un miedo por persona, no lo dudes.
Situaciones todas ellas que han marcado una personalidad de forma inconsciente, independientemente de en qué etapa de la vida hayan sido vividas. Tipos de relaciones que determinan nuestro comportamiento futuro, que hacen de nosotrxs lo que somos hasta que elegimos cambiar.
Este es el momento que realmente importa, aquel en el que nos plantamos, enfrentamos nuestro miedo (a no merecer ser amadxs, al abandono, a la no adaptación a la sociedad políticamente correcta, a la soledad y a otras miles de cosas que cada cual conoce o querría conocer de sí mismx) y le ponemos nombre, rostro, principio y, sobre todo, fin.
Cuando paras la máquina, escuchas lo que tu miedo te dice (nadie te va a querer porque
tus padres no lo hicieron, no vales nada porque no eres un chico, si no eres como los demás
no eres nadie, estás enfermx por amar a alguien de tu mismo sexo, es preferible que te
respeten porque te temen a que lo hagan porque te aprecian, etc.) y lo analizas, es probable
que te des cuenta de lo que ese miedo está haciendo contigo: impedir que vivas tu vida en
la forma que quieres, que hagas lo que quieres hacer, que seas quien quieres ser, en
definitiva, que seas feliz.
Obviamente, hay personas que son capaces de darse cuenta de lo que el miedo está haciendo con sus vidas, hay otras que no lo hacen o no lo quieren hacer (enfrentar el miedo da más miedo todavía) o simplemente, no se sienten capaces de hacerlo solxs. Para eso están lxs amigxs, las terapias y cientos de opciones a las que acercarse, pero lo más importante es darse cuenta. Y querer hacer algo al respecto.
¿Cómo puedes darte cuenta de que es el miedo el que está dirigiendo tu vida? Hay varias preguntas que puedes hacerte para saberlo:
- ¿qué es lo que más miedo te da en este mundo? no hablo de las arañas ni de que te muerda un vampiro ni de acabar zombi, hablo de sentimientos, de emociones (que te mientan, estar solx, que te hagan daño, que se rían de ti, etc.)
- ¿cuándo fue la primera vez que sentiste eso? esa emoción en particular (cuando me di cuenta de que mis padres nunca estaban, cuando mi abuelo me dijo que las niñas no servimos para nada, cuando los guays del insti se rieron en mi cara, cuando descubrí que un compañero que creía amigo me ponía verde a mis espaldas, cuando le dije a mis padres que soy lesbiana y me echaron de casa, etc.)
- ¿en qué momentos se ha repetido ese sentimiento o esa emoción?
- ¿cuál ha sido tu reacción al experimentarlo de nuevo?
- ¿qué has conseguido con esa reacción?
Son estas preguntas útiles las que pueden hacerte ver el origen de tu miedo y cómo está afectando a tu vida. A partir de aquí, podrás cambiar la relación que tienes con él, conocerlo y nombrarlo es el principio del cambio, luchar contra él solo lo hace más fuerte, asumirlo y superarlo es el principio de su desaparición, te lo aseguro.
Si crees que no puedes hacerlo solx, no te de vergüenza reconocerlo, para ayudarte en este camino hay muchxs y buenxs profesionales que estaremos encantadxs de echarte una mano. Una recomendación: busca a la persona con la que puedas comunicarte de forma fluida y abierta, si has de ver a cinco terapeutas antes de encontrar a quien es perfectx para ti, no lo dudes. Conformarse con lo primero que encuentras es un error del que, quizás, hablaré en otra entrada.
Entre tanto, ¡sé feliz! que, aunque parezca casi imposible, no es tan difícil. Y, ya sabes dónde estoy si quieres mi ayuda.