Dejarse llevar

Hay épocas en nuestra vida en la que nos sentimos estancadXs.
Momentos en los que parece que nada se mueve, aunque nos encantaría que lo hiciera. Son instantes en los que nos paramos a percibir nuestro entorno, nuestra trayectoria vital, las relaciones que mantenemos y puede que estemos contentxs con algunas cosas, insatisfechxs con otras, o que nos encante nuestra vida, o todo lo contrario. Como siempre, las opciones son tantas como personas hay.
De las que voy a hablar en este post es de aquellas personas, que haciendo evaluación general del momento vital en el que se encuentra, sienten que no son felices, que algo les falta, que desean un cambio pero no saben ni cuál ni cómo provocarlo. Muchas de ellas se presentan en mi consulta buscando orientación a este respecto. ¿Cómo puedo cambiar mi vida si no sé qué es lo que quiero cambiar?
La primera pregunta que suelo plantear en este tipo de casos descoloca a la mayoría: ¿eres de lxs que se dejan llevar o de los que fluyen? Si lees estas líneas y aquello que escribo te suena a checoslovaco, no te apures, es lo más habitual.
La diferencia es simple: las personas que se dejan llevar son aquellas que no toman decisiones de forma espontánea, que no se plantean qué hacer, si no que van reaccionando y adaptándose a aquello que la vida les va deparando. Un ejemplo para aclarar el concepto: Antonio quiere cambiar su situación laboral, lleva tiempo en un trabajo que no le aporta nada más que un sueldo bastante escaso, pero no quiere perder la seguridad económica que le proporciona, así que no hace nada por cambiar, pero se amarga. Recibe la noticia de que en otra empresa están buscando gente para un puesto que, por currículo, le podría interesar, mejoraría en algo su salario actual y podría suponer un reto. La novedad le atrae, pero perdería la antigüedad, tendría que empezar de cero para demostrar su valía, etc. En definitiva, lo aparca y sigue en su trabajo frustante y poco atractivo. Hasta que hacen recortes en su empresa y le despiden. Entonces envía su CV a la oferta de la que le hablaron, desesperado por conseguir el trabajo. En este caso, tiene suerte y le contratan.
Este es un ejemplo claro de persona que se deja llevar, que reacciona ante las circunstancias: existía un deseo de cambio (antiguo empleo), una oportunidad que es rechazada (nueva oferta) y un cambio final (trabajo nuevo) al que se llega como reacción ante un suceso (el despido). Si Antonio fuese del tipo de personas que fluye, el caso hubiera sido algo así: ante un puesto de trabajo que le frustra y no le aporta nada más que un sueldo escaso, comienza a buscar oportunidades en otras empresas, enviando CV a aquellas que demandan personas con perfiles similares al suyo, quizás incluso intenta cambiar diametralmente la dirección de su vida y dedicarse a aquello que ha sido siempre su vocación. Durante un tiempo, no obtiene respuesta, hasta que recibe noticias de un trabajo muy ajustado a sus estudios pero no tanto a su experiencia laboral. Consigue una entrevista y en ella defiende hábilmente sus capacidades y aptitudes, demostrando al entrevistador un gran interés por el empleo, a pesar de que perdería la antigüedad en su empresa y de que el salario sería muy parecido al que recibe en la actualidad. Consigue el puesto y, si bien su economía se mantiene en la misma línea más o menos, su frustración laboral desaparece, consiguiendo un cambio en su forma de ver la vida.
Este segundo ejemplo sería el de una persona proactiva, alguien que no solo toma la iniciativa cuando quiere conseguir algo, si no que, además asume la responsabilidad de lo que sucede. Alguien que hace (que acciona) no que se limita a reaccionar, alguien que elige nadar en lugar de dejarse arrastrar por la corriente.
Los casos que he descrito son aplicables a casi cualquier ámbito, no únicamente al terreno laboral, si eres una persona proactiva, probablemente lo seas en todas las parcelas de tu vida. Si eres de lxs que se dejan llevar, también es probable que lo hagas en todos los aspectos.
Lo importante es, como siempre, darse cuenta de en qué lugar estás. Darse cuenta para cambiar aquello que quieres cambiar, para comenzar a ser proactivx, para empezar a decidir, a hacer, no a reaccionar ni a dejarte llevar.
No es difícil cambiar conductas que llevan mucho tiempo con nosotrxs, pero puede que cueste.
El primer paso es reconocer que quieres cambiar, el segundo ponerte a ello, y si ves que solx no puedes, pide ayuda.
Hagas lo que hagas, recuerda ser feliz, que no es tan difícil. Si no sabes por dónde empezar, empieza por contactar.