De cómo convertir un cubo en un dodecaedro = centrifugado mental

Este es un experimento ejemplificador tremendamente visual.
Imagina un cubo.
Mejor aún: imagina un Cubo de Rubick.
Ya lo tienes, seguro. Bien, sigamos. Ahora imagina que tienes el cubo en tus manos.
Lo observas, lo giras entre los dedos, notas sus ángulos...Tiene seis caras con seis colores diferentes. Cada cara de un color: amarillo, rojo, verde, azul, blanco y naranja. Lo miras, notas sus aristas, las separaciones entre los cubitos que conforman cada una de sus caras...inviertes un tiempo limitado en hacerlo. Limitado porque, en principio, no quieres hacer un análisis exhaustivo del cubo, ni quieres desmontarlo para comprobar como funciona. Te limitas a observar su aspecto, tomar nota de las características que te parecen más notables o determinantes (los colores, el número de cubos que hay en cada cara...) cosas concretas, una cantidad concreta de cosas.
Has invertido en ello ¿qué? ¿cinco minutos? ¿quizás algo más? en cualquier caso no has estado dándole vueltas hasta borrarle el color a las pegatinas: lo has observado y te has quedado con lo que te ha parecido interesante. Hasta ahora todo muy sencillo, muy claro: lo miro, lo observo con más detenimiento, me quedo con lo que me sirve, a otra cosa.
Vamos con otro ejercicio de visualización: elige un problema al azar, uno que haya surgido recientemente si es posible. ¿Lo tienes? estupendo. Imagina que ese problema está dentro de un cubo de Rubick, llenándolo por completo. Un cubo que tiene como particularidad que es transparente, de forma que puedes ver tu problema con toda claridad a través de sus paredes.
Ahora repite paso por paso lo que hiciste con el cubo original: obsérvalo con detenimiento, de la forma más impersonal posible, evitando el juicio, prestando atención sólo a lo que puedes observar, sin plantearte lo que puede haber, lo que puede pasar, los millones de opciones que van surgiendo en tu mente según vas dando vueltas entre tus dedos imaginarios a este cubo relleno de problema.
Observa una, dos, tres, hasta seis caras. No hay más. Amarillo, verde, rojo, azul, blanco y naranja. No hay más. No busques más, no quieras convertir un cubo en un dodecaedro.
Toma nota de aquello que observas, de cómo te hace sentir cada cosa que observas. Anota el dato y la emoción, la sensación, sin juicio. Llegará un momento en el que te darás cuenta de que ya no hay más caras, no hay más colores. Puedes seguir observando y entrar en detalles minúsculos e innecesarios. Tu observación ya está hecha.
Ahora lee lo que has escrito sobre tu problema. Examina con detenimiento cada palabra, revisa las sensaciones que has experimentado asociadas a cada elemento observado. Mantén el juicio fuera del juego. Mantén a otras personas fuera del juego, es tú cosa (problema, decisión, duda, elección...) y solo desde ti mismx puedes encontrar la forma de solucionarlo. Otra cosa es que quieras entrar en juicios, responsabilizar a otrxs, victimizarte, acusar a lxs demás de aquello que haces o dejas de hacer, de aquello que dejas que te hagan.
Pero eso son temas para otra ocasión. Recuerda que, si quieres, un cubo siempre será un cubo.
Sé feliz, que es mucho más fácil de lo que crees.