Parar de pensar - el uso de la Meditación

"Los pensamientos no tienen raíces, no tienen casa; son como nubes que van y vienen. Luego no necesitas luchar contra ellos, no necesitas enfrentarte a ellos, no intentes siquiera pararlos.
Deberías comprender esto en profundidad, porque siempre que una persona muestra interés en la meditación intenta de alguna forma parar sus pensamientos. Y, si intentas pararlos…no pararán nunca, porque el mero hecho de parar un pensamiento es en sí un pensamiento, el mero esfuerzo de meditar es un pensamiento, el mero hecho de alcanzar el estado de “no mente” es un pensamiento.
Y, ¿Cómo puedes parar un pensamiento con otro pensamiento? ¿Cómo puedes parar la mente creando una nueva mente?. Así te estarás enganchando a la anterior. Y esto irá a más y más, y no tiene fin.
No luches porque…¿quien va a luchar? ¿quién eres tú? Solo un pensamiento, luego, no te conviertas en un campo de batalla, en una lucha de pensamientos. Por el contrario, vuélvete un observador, simplemente observa los pensamientos flotando. Y…pararán, pero no por que tú los pares. Pararán con tu consciencia, no con tu esfuerzo por pararlos". OSHO
Este me pareció un texto perfecto para hablar de Meditación (Mindfulness para algunxs), para centrarme especialmente en el ímprovo esfuerzo que se hace para "parar los pensamientos" cuando comenzamos a meditar, con el tiempo y la práctica, nos damos cuenta de que no solo es imposible sino que es un error.
Como Osho explica, dejar de pensar es una ilusión, no es posible puesto que centrarse en no hacerlo ya es por sí mismo un pensamiento.
Cuando imparto clases de Meditación, especialmente cuando se trata de un curso que comienza o algún alumnx nuevx se ha incorporado, ésta es una de las primeras cosas que explico: que no se trata de dejar la mente en blanco, sino de permitir a nuestros pensamientos que fluyan, sin detenerlos, simplemente observando lo que nos cuentas y dejándolos pasar de largo.
Otras de las cosas que siempre explico es que no vamos a aprender a levitar, meditar poco tiene que ver con estas dos creencias tan establecidas: ni dejamos la mente en blanco ni nuestro objetivo es levitar.
Ciertamente la meditación es una práctica que puede parecer complicada y poco atractiva para algunxs porque supone un estudio en profundidad de nosotrxs mismxs, con nuestras luces y nuestras sombras, un proceso inevitable y necesario.
Inevitable porque, cuando nos permitimos parar y observarnos, todo surge. Necesario porque es desde la auto-observación desde el lugar en que podemos vernos tal cual somos.
Esto entra rápida y fácilmente en conflicto con la prisa en la que estamos acostumbradxs a vivir: todo lo que requiere de un tiempo indefinido para su resolución, se aparca, se da como poco útil y laborioso.
Una forma más que productiva de encarar la Meditación, es tomársela como un programa de auto-formación. La práctica requiere que pongamos nuestro propio esfuerzo y descubramos la verdad mediante nuestra propia experiencia. El maestro está sólo para guiarnos, para darnos las herramientas, para apoyarnos en el camino, pero no para ver la verdad por nosotrxs.
Gracias a la práctica meditativa, aprenderemos a “limpiar” nuestros procesos mentales, a pacificar los pensamientos, a escucharnos, a aceptarnos a nosotrxs y lo que nos rodea, en definitiva, a ser más felices y disfrutar más de la Vida.
Para saber cómo funciona la meditación, el Venerable Dr. Khammai Dhammasami utiliza esta metáfora:
“Para facilitar nuestra comprensión, podemos comparar la mente con un lago lleno de flores de loto y de agua impoluta, tendrás un medio ambiente verde, del cual puede depender la gente de los alrededores o los animales que acuden a beber.
La mente representa el agua pura y el lago nuestro cuerpo físico.
Imagina qué pasaría si hubiera una fuga de agua. El lago se secaría, las criaturas acuáticas y las flores de loto morirían, el medio ambiente verde desaparecería y la gente y los animales ya no podría depender más de él.”
La palabra clave es fuga. Indica que el agua se está perdiendo sin que nos demos cuenta, no vemos lo que sucede ni somos conscientes de que hay que pararlo.
De la misma manera, en nuestro día a día los pensamientos acuden incesantemente a nuestra mente, saturándola y haciendo que nuestra energía mental se disperse y se pierda, de forma que nos sentimos agotadxs tras 20 ó 30 minutos de pensamientos dispersos.
En ese punto, ¿qué hacemos? Nos pedimos a nosotrxs mismos un minuto, suspiramos (signo claro de agotamiento y estrés) y cambiamos nuestro enfoque para reconducir la marea de pensamientos que nos está inundando.
Es importante reconocer nuestras “fugas”: el estrés es una de las más habituales, la ansiedad, la frustración, el miedo, son otras no menos recurrentes. Meditando aprenderemos a ponerles freno.
En otro post explicaré la multitud de beneficios mentales, físicos y espirituales que aporta la Meditación, entre tanto, si estás interesadx en aprender, contáctame y te daré las próximas fechas de cursos.
Como siempre, recuerda ser feliz, que no es tan difícil.